El dos de Enero-Fiestas Populares de Granada
Contenuto
Titolo
El dos de Enero-Fiestas Populares de Granada
Data di inizio
1885
Titolo originale
El dos de Enero;pp 33-39; da Afán de Ribera, Antonio Joaquín. 1885. Fiestas populares de Granada. Granada, Le Lealtad.
Ambiti e contenuto
Capitolo dell'opera del 1885 Fiestas populares de Granada, di Afàn de RIbera. Il capitolo dedicato alla Festa della Presa di Granada, è particolarmente interessante perchè ci fornisce una descrizione dettagliata di questa celebrazione , così come si svolgeva a fine 800; utile per comprendere quanto questa sia rimasta pressoché invariata nel corso dei secoli.
Autore del documento
Afàn de Rivera
Segnatura o codice identificativo
Catalogo della biblioteca: Internet archive
Segnatura AFD-9123
Segnatura AFD-9123
Consistenza
Digitalizzazione di un libro
Lingua
Spagnolo Castigliano
Condizioni che regolano l’accesso
Risorsa liberamente accessibile sul web
Citazione bibliografica
Afán de Ribera, Antonio Joaquín. 1885. Fiestas populares de Granada. Granada, Le Lealtad. http://archive.org/details/fiestaspopulares00afuoft.
Autore della riproduzione digitale
Internet Archive
Formato
PDF
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ESC - Ente schedatore
Creatore
Daniela Cocco
Data di creazione
29/06/2021
Identificativo
Afán de Ribera, Antonio Joaquín. 1885. Fiestas populares de Granada. Granada, Le Lealtad. http://archive.org/details/fiestaspopulares00afuoft.
riassunto
pp. 33-39
El dos de Enero
I
Toca, campanita alegre de la Vela, avisa á los pueblos comarcanos, que es la grande, solemnidad de Granada, la fecha memorable de su reconquista,el aniversario del día celebre en que la bandera triunfante de la cruz, se fijó por la mano del Conde de Tendilla en la Torre del Homenaje de los alcázares de Alhamar, y quedó destruido para siempre el poder de los musulmaneson Espana Suena, que tus ecos se repitan en los espacios, que el espiritu católico se despierte á bendecir la memoria de los egrégios conquistadores, y que rodilla en tierra recen una plegaria en su capilla.
Ante los magníficos sepulcros que encierran sus venerados restos, por el eterno descanso de bienhechores de la pàtria.
II
Y pocas festividados son tan popularos como la presente, y es porquè tiene rasgos propios, escenas que todos los años so repiten y siempre con novedades, y un entusiasmo sin límite en todas las clases sociales, que recuerda los tiempos de los grandes sacrificios y de los grandes héroes.
Cuando á las doce del dia primero del año, desde los balcones de las Casas Consístoriales, tremola el regidor decano, el glorioso estandarte à los gritos do «Granada por los ¡nclitos reyes Don Fernando V de Aragón y D. Isabel de Castiglia;» respondiendo el pueblo con ruidosas escalmacioneas, no hay un corazón que no lata entusiasmado ante el recuerdo de nuestras glorias nacionales.
Y despues, en la magnífica Catedral, al conmimorarse en solemne función religiosa el dos de Enero; entre el apiñado concurso de fieles, al narrar el elocuente sacerdote lo que consigue la fé cuando se arraiga en las almas, y las proezas de aquellos memorablos guerreros que con la roja cruz del Redentor en los escudos, realizaron la sublime epopeya, también las lágrimas acuden à los ojos, pero llanto de alegría, balsamo purísimo de inexplicable satisfacción.
Y hé aquí, por qué la maravilla del Occidente, la Casa Roja, la divina Alhambra, ese palacio de luzy fligrana, de calados aéreos, de ajimeces misteriosos, do incrustados de nácar y de oro,
cuyas paredes festonean sentencias del Alcorán y que á pesar de los siglos y de las contrariedades de la fortuna, aún se conserva enhiesto para admiraciò, de proprios y de extraNos, es visitado con ferrvor religiosos, que asi puede llamarse, por la numerosa concurrencia que desde la calle de Gomeres atraviesa la célebre Puerta de las Granadas, y unida a la que llega desde Peña partida:
al Campo de los Mártires cruza las puertas de la Justicia y de Hierro, è ¡nunda la placeta de los Aljibes, descansando en los jardines que rodean la fachada del palacio del cesáreo Emperador,
E perolos sencillos labriegos de las aldeas comarcanas, que no comprenden las bellezas de la
arábiga arquitectura, y son los más fleles guardadores de las tradiciones; esos, sin vacilar se
dirigen à los almenados cubos, y suben la tortuosa escalera que conduce á la plataforma de la famosa Torre, desde donde se disfrutan las visitas más deliciosas que se puede figurar el pensamiento.
Y no es para admirarlasá lo que ascienden, nó; es que el Velero, guardián de aquel encantado
antro, y que so sucede de generación en generación siempre con el mismo tipo, y con iguales costumbres, afirmó los antepasados de los que llegan, la virtud especial de la cuerda de la célebre campana de la Vela, y estos la creen como un Evangelio, y no olvidan el ponerla en practica en fecha tan memorable. Asi es que agarran con las suyas las manos más ó menos blandas de sus prometidas, y en esta unión tiran con toda su fuerza de la maroma, para que las vibraciones lleguen hasta los espacios más remotos. Porque verificada esta operación, tienen por seguro casarse dentro del año que empieza, y sabido es, que pocas jóvenes se negarán à concurrir à tan halagueña ceremonia. Antes por el contrario, esperan con anhelo las invitaciones y se aprestan al viaje seguras del éxito apetecido. Y bién sea por causa del roce en la faena, bién por el más ardiente cariño que se desplegue on el acompaNamiento, las bodas son seguras, y la creenci mayor entro las favorecidos con el yugo.
Mas lo gráfico, lo característico en esta localidad, con la asistencia en la noche á los teatros,
presenciar la ejecución de la comedia en tres actos La Toma de Granada, ó el triunfo del Ave
María, Niños y grandes, todos demuestran la misma locura. Y eso que á uno por uno se les
puede preguntar su texto de memoria. Los primeros, representan el pasillo del Moro Tarfe y
de Garcilaso al despuntar en sus aficiones dramáticas, y los segundos, á posar de sus distintas edades, no se desdeNan de reir de los chistes y saltos del merito Angulema, y de pedir repetición à las relaciones en verdadero caballo, que tiene el privilegio especial de hollar con sus ferrados cascos las tablas del sitio de las bulacas.
¡Qué emoción cuando el barbudo musulman. desafia á toda la corte, con aquello de Cristianos»,cuya loca fantasia, y hasta el mismo Rey Fernando, que mi espada hasta en los reyes corta fulminada.
¿Y qué aplausos cuando el joven Gaicilaso de la Vega se présenla con su lanza que corona la cabeza del enemigo, y el rescatado cartel del Ave María al cuello?
¿Y cuando en el reto, Tarfe se harta de decir valentías y al terminar prorrumpe con soberbia?
{Habrá quien vuelva por ella?
Todos los asistentes se creen en la obligación de responder con el galán joven.
—Y quien te mate también.
Porque estoy seguro que desde los Paraísos donde se asienta el público menos ilustrado, tal vez no faltaría quien verificase instantáneamente el dicho con el hecho.
Que el patriotismo no se excita en vano en todos los pueblos del mundo, y es la cuerda más sensible (que siempre responde á los sentimientos purísimos de nacionalidad.
IV.
Por eso, el día de la Toma es una gran fiesta granadina, que respetan y ensalzan, lodos los partidos políticos que con tanta frecuencia se suceden en el poder; quienes al cobijarse bajo el sacro pendón castellano bordado por aquella Reina Católica, madre verdadera de sus vasallos y cuya memoria será siempre colmada de bendiciones, son únicamente españoles que se enorgullecen en descender de los guerreros que desde las montañas de Covadonga vertieron durante siete siglos su sangre generosa, hasta obligar al desdichado Boabdil á entregar las llaves de su corte musulmana, y á lanzar el tristísimo adiós, en el histórico Suspiro del Moro.
1835.
El dos de Enero
I
Toca, campanita alegre de la Vela, avisa á los pueblos comarcanos, que es la grande, solemnidad de Granada, la fecha memorable de su reconquista,el aniversario del día celebre en que la bandera triunfante de la cruz, se fijó por la mano del Conde de Tendilla en la Torre del Homenaje de los alcázares de Alhamar, y quedó destruido para siempre el poder de los musulmaneson Espana Suena, que tus ecos se repitan en los espacios, que el espiritu católico se despierte á bendecir la memoria de los egrégios conquistadores, y que rodilla en tierra recen una plegaria en su capilla.
Ante los magníficos sepulcros que encierran sus venerados restos, por el eterno descanso de bienhechores de la pàtria.
II
Y pocas festividados son tan popularos como la presente, y es porquè tiene rasgos propios, escenas que todos los años so repiten y siempre con novedades, y un entusiasmo sin límite en todas las clases sociales, que recuerda los tiempos de los grandes sacrificios y de los grandes héroes.
Cuando á las doce del dia primero del año, desde los balcones de las Casas Consístoriales, tremola el regidor decano, el glorioso estandarte à los gritos do «Granada por los ¡nclitos reyes Don Fernando V de Aragón y D. Isabel de Castiglia;» respondiendo el pueblo con ruidosas escalmacioneas, no hay un corazón que no lata entusiasmado ante el recuerdo de nuestras glorias nacionales.
Y despues, en la magnífica Catedral, al conmimorarse en solemne función religiosa el dos de Enero; entre el apiñado concurso de fieles, al narrar el elocuente sacerdote lo que consigue la fé cuando se arraiga en las almas, y las proezas de aquellos memorablos guerreros que con la roja cruz del Redentor en los escudos, realizaron la sublime epopeya, también las lágrimas acuden à los ojos, pero llanto de alegría, balsamo purísimo de inexplicable satisfacción.
Y hé aquí, por qué la maravilla del Occidente, la Casa Roja, la divina Alhambra, ese palacio de luzy fligrana, de calados aéreos, de ajimeces misteriosos, do incrustados de nácar y de oro,
cuyas paredes festonean sentencias del Alcorán y que á pesar de los siglos y de las contrariedades de la fortuna, aún se conserva enhiesto para admiraciò, de proprios y de extraNos, es visitado con ferrvor religiosos, que asi puede llamarse, por la numerosa concurrencia que desde la calle de Gomeres atraviesa la célebre Puerta de las Granadas, y unida a la que llega desde Peña partida:
al Campo de los Mártires cruza las puertas de la Justicia y de Hierro, è ¡nunda la placeta de los Aljibes, descansando en los jardines que rodean la fachada del palacio del cesáreo Emperador,
E perolos sencillos labriegos de las aldeas comarcanas, que no comprenden las bellezas de la
arábiga arquitectura, y son los más fleles guardadores de las tradiciones; esos, sin vacilar se
dirigen à los almenados cubos, y suben la tortuosa escalera que conduce á la plataforma de la famosa Torre, desde donde se disfrutan las visitas más deliciosas que se puede figurar el pensamiento.
Y no es para admirarlasá lo que ascienden, nó; es que el Velero, guardián de aquel encantado
antro, y que so sucede de generación en generación siempre con el mismo tipo, y con iguales costumbres, afirmó los antepasados de los que llegan, la virtud especial de la cuerda de la célebre campana de la Vela, y estos la creen como un Evangelio, y no olvidan el ponerla en practica en fecha tan memorable. Asi es que agarran con las suyas las manos más ó menos blandas de sus prometidas, y en esta unión tiran con toda su fuerza de la maroma, para que las vibraciones lleguen hasta los espacios más remotos. Porque verificada esta operación, tienen por seguro casarse dentro del año que empieza, y sabido es, que pocas jóvenes se negarán à concurrir à tan halagueña ceremonia. Antes por el contrario, esperan con anhelo las invitaciones y se aprestan al viaje seguras del éxito apetecido. Y bién sea por causa del roce en la faena, bién por el más ardiente cariño que se desplegue on el acompaNamiento, las bodas son seguras, y la creenci mayor entro las favorecidos con el yugo.
Mas lo gráfico, lo característico en esta localidad, con la asistencia en la noche á los teatros,
presenciar la ejecución de la comedia en tres actos La Toma de Granada, ó el triunfo del Ave
María, Niños y grandes, todos demuestran la misma locura. Y eso que á uno por uno se les
puede preguntar su texto de memoria. Los primeros, representan el pasillo del Moro Tarfe y
de Garcilaso al despuntar en sus aficiones dramáticas, y los segundos, á posar de sus distintas edades, no se desdeNan de reir de los chistes y saltos del merito Angulema, y de pedir repetición à las relaciones en verdadero caballo, que tiene el privilegio especial de hollar con sus ferrados cascos las tablas del sitio de las bulacas.
¡Qué emoción cuando el barbudo musulman. desafia á toda la corte, con aquello de Cristianos»,cuya loca fantasia, y hasta el mismo Rey Fernando, que mi espada hasta en los reyes corta fulminada.
¿Y qué aplausos cuando el joven Gaicilaso de la Vega se présenla con su lanza que corona la cabeza del enemigo, y el rescatado cartel del Ave María al cuello?
¿Y cuando en el reto, Tarfe se harta de decir valentías y al terminar prorrumpe con soberbia?
{Habrá quien vuelva por ella?
Todos los asistentes se creen en la obligación de responder con el galán joven.
—Y quien te mate también.
Porque estoy seguro que desde los Paraísos donde se asienta el público menos ilustrado, tal vez no faltaría quien verificase instantáneamente el dicho con el hecho.
Que el patriotismo no se excita en vano en todos los pueblos del mundo, y es la cuerda más sensible (que siempre responde á los sentimientos purísimos de nacionalidad.
IV.
Por eso, el día de la Toma es una gran fiesta granadina, que respetan y ensalzan, lodos los partidos políticos que con tanta frecuencia se suceden en el poder; quienes al cobijarse bajo el sacro pendón castellano bordado por aquella Reina Católica, madre verdadera de sus vasallos y cuya memoria será siempre colmada de bendiciones, son únicamente españoles que se enorgullecen en descender de los guerreros que desde las montañas de Covadonga vertieron durante siete siglos su sangre generosa, hasta obligar al desdichado Boabdil á entregar las llaves de su corte musulmana, y á lanzar el tristísimo adiós, en el histórico Suspiro del Moro.
1835.
trascritto da
Daniela Cocco
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